Después de casi 14 km recorridos desde la Cabecera, el Real Canal alcanza la Novena Esclusa. Su construcción fue la que más tiempo llevó, pues aunque se había proyectado en 1777 (OH-624) y se había comenzado en ese primer período del Canal, se había abandonado por falta de inversión (recordemos que desde la incautación, sólo se gastaba en mantenimiento general, pero no en la continuación de la obra). Su diseño estaba previsto ser idéntico al de la Décima Esclusa, y aunque difieren mínimamente, en lo esencial se cumple.
La falta de uso en el último tramo entre la Novena y Décima Esclusa supuso la acumulación de lodos que lo anegaron hasta que se retomaron las obras en la segunda etapa -en el reinado de Fernando VII-cuando se despejó el cauce y se completó la esclusa para ponerla en funcionamiento.
Madoz afirma que el año de su construcción definitiva es 1821; también nos habla de las obras de nivelación que entonces se hicieron, desde el arroyo Mingómez hasta el río Jarama en Vaciamadrid. El mismo año se hizo también el Puente del Congosto sobre el Canal.
Actualmente la Novena Esclusa queda en el interior de una finca, por lo que no es fácil acceder. Su estado de conservación es relativamente bueno, aunque se ve que ha sido objeto de saqueo de materiales en algún momento, puesto que de estar prácticamente toda ella conservada en la zona de aguas abajo, está casi desaparecida en la zona de aguas arriba, quedando a la altura del busco, a ras de suelo.
Un proceso patológico que sufre es un descalce de cimentación en la fachada de aguas abajo, bajo el puente, por lo que la parte baja del muro ha cedido dejando una grieta a la vista en el límite del arco de descarga del puente sobre los muros.